sábado, 15 de julio de 2017

CUENTOS PARA UNA AÑEJA CIUDAD 8 VERSIÓN






En esta ocasión les contaré acerca de  mis impresiones acerca del "Festival Cuentos para Una Añeja Ciudad" en su octava versión. Junto a Gabriela Pizarro Navarro  tuvimos el honor y el regalo de poder participar de tan lindo festival con nuestro proyecto "Relatos de Nuestras Raíces" y representar a Chile.  Les quiero contar mis impresiones desde diferentes puntos de vista, pues es importante transmitir las diferentes aristas que un festival así representa. La calidad de la gestión es admirable, pues los recursos en un país como lo es la Cuba de hoy no sobran, teniendo en cuenta la historia de la Isla y el actual bloqueo por parte de Donald Trump. Una de las ideas que más me gustó es que los narradores convivimos bajo el mismo techo. Las habitaciones perfectamente escogidas eran compartidas de a 2 o 3 integrantes, los desayunos, almuerzos y cenas todos juntos y en el lobby de la pensión, cuyo nombre no podía ser más adecuado ( El Costillar de Rocinante) había vida social permanente en los tiempos de espera. La guitarra de diferentes nacionalidades como México y Cuba principalmente, se dejaba escuchar por todos los rincones. Melodías que unen y nos hacían retornar a nuestros años de juventud. Así el espíritu permanecía en alto a pesar del calor agobiante al que muchos no están acostumbrados. El mismo ambiente  se respiraba en el bus que nos transportaba a la Habana Vieja todos los días para narrar en los parques y plazas de la Añeja Ciudad. Los grupos eran equitativos y cada uno bajo la dirección de un asistente perteneciente al Teatro de la Palabra, fundado y dirigido por Osvaldo Peñalver, narrador cubano y gestor cultural de tan importante festival. De este modo desde el Centro de Teatro salíamos organizados en diferentes direcciones, pregonando los cuentos por la calle. El festival tiene lugar en pleno verano por lo que muchos niños acompañan a sus padres por la calle y de a poco se van juntando alrededor de los narradores. Es una magia que despierta durante cada festival y la gente la espera con ansias. Es un gran ejemplo de cómo educar audiencias al aire libre.  La programación muchos la saben con antelación y otros se la topan en el momento en que han salido a la calle. Los asistentes y narradores cubanos con mayor experiencia van abriendo camino. La mente abierta y la capacidad de improvisar se tornan vitales y obliga a estar permanentemente conectados en aquí y el ahora, mientras el poder de la palabra otorga alegría, distracción y una excusa para detenerse un momento. El espectáculo dura alrededor de una hora y luego nos volvemos a juntar para almorzar y continuar durante la tarde. La rutina en perfecta armonía para los invitados y no sin tropiezos para los organizadores, quienes van solucionando las cosas en terreno sin perder el nervio y el buen humor, toma su propio ritmo y fluye en tiempos mágicos y en conciencia plena. Influye muchísimo en la camaradería  del grupo el echo de  que la tecnología se encuentra ausente y nadie tiene el celular en sus manos para otra que no sea filmar o tomar fotos. Las actividades también se encuentran acompañadas de conversatorios en la Biblioteca Pública , durante los cuales participan diferentes invitados con el fin de compartir conocimiento, testimonios de vida que nos inspiran a todos. Son abiertos y cualquiera que se interese puede asistir. Hay tanto en común, pues todos somos seres humanos en esencia y  estamos echos del mismo polvo de estrellas  y tanto de novedad al comprobar la propia ignorancia respecto de los diversos  aspectos de las diferentes culturas presentes en el festival: Cuba, México, Portugal, Costa Rica y Chile entre otros. Es importante mencionar a los participantes cubanos que vienen de las diferentes provincias, pues para muchos el viaje ha sido largo y duro. El festival es una gran oportunidad para darse a conocer en su país, ya que no siempre tienen oportunidad de trasladarse.  Durante las noches después de la cena los cafés de convivencia permiten compartir con los narradores y organizadores en instancias diferentes. Personalmente,  participé en dos concursos y lo disfruté como una niña. La capacidad de jugar en la vida es tan importante. Acerca de esto y otros temas se trataron durante el primer día. Un día dedicado a un taller de carácter obligatorio para todos los participantes. Modo que me pareció genial para unir y cohesionar al grupo bajo los mismos criterios de misión que tiene el festival y de alguna manera evitar y disminuir la insoportable competencia de egos que se genera en instancias de narración como ésta.   Tan así que los organizadores poco y nada narran o participan de las contadas, dando el ejemplo de que a un festival como este se viene en tono de ayuda humanitaria y no a figurar. Claro que para los que conocemos el trabajo escénico de Osvaldo y Daniel nos quedamos con el deseo de verlos en escena y escucharlos un poco más. Los talleres en esta ocasión fueron impartidos por Diana  Patricia Rodriguez, socióloga colombiana y Jonathan Rojas, compositor, poeta y narrador mexicano. Ambos talleres tenían en común el invitar a aprender de la experiencia que vivimos y lograron romper las fronteras entre los participantes a través del juego. Invitar a quienes te escuchan a vivir una experiencia de vida es tan importante. 

 Las diferentes colaboraciones de los narradores se suman a las del festival  y se reparten en diversas instancias como en la visita al asilo de ancianos, al hospital oncológico, la biblioteca y una actividad abierta para los niños que nos acompañaron en la calle. Allí a los chicos en la Casa de Cultura se les invita a jugar y a una pequeña merienda sin la compañía de sus padres. Al ser mamá de una niña de 8 años para muchas madres debe ser un gran alivio tener por lo menos un día en que los niños disfruten una tarde y hacer los trámites y tareas del hogar sin los chicos en casa.  Actividades diversas que suman y hacen el todo abarcando lugares tan diferentes. 

Desde el punto de vista de la narración el festival es una invitación a la improvisación constante y a dominar aquel control imperfecto, pues los lugares te obligan a reaccionar " in situ " y dejarte llevar por la corriente. Aquél que pone cualquier tipo de resistencia se obstaculiza así mismo. Es el equilibrio perfecto entre preparación e improvisación. Si no estás preparado y no tienes un repertorio amplio que puedas ir adecuando a las diversas situaciones sencillamente estás perdido y si no eres capaz de darle fluidez a tu repertorio y permaneces en la forma también vas a fracasar. Reinventándose, Observando, Jugando y Amando el Momento ( Método ROJAS ) es la mejor manera de tener éxito en un festival como éste. Un gran desafío a quienes no están acostumbrados a trabajar en equipo y para quienes lo estamos es un gran aprendizaje para renovar aquellas actividades que sin querer de tanto repetirlas nos terminan bloqueando. Así doy gracias a tan linda experiencia llena de calor humano y actitud de servicio. Es un festival que está al servicio de todos en un real significado de unificación.  En cuanto a la perspectiva como seres  humanos las palabras quedan pequeñas y la emoción es aún demasiado abrumadora para expresar lo que siento. Los rostros que vimos aquella noche en la bienvenida ya no tienen distancia y muchos se han trasnformado en grandes amigos y ejemplos de vida.  GRACIAS TEATRO DE LA PALABRA POR SOÑAR AÑO TRAS AÑO CON TAN LINDO FESTIVAL. 

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